Como consecuencia social, el amor en Japón es un asunto complicado, pues por regla general son los hombres los que trabajan, siendo las mujeres las que se quedan en casa. Debido a que la jornada laboral de los japoneses comienza muy pronto y acaba muy tarde, las mujeres japonesas aprenden a vivir por sí mismas, e incluso a considerar a sus maridos como una molestia, estas se endurecen y buscan la compañía de otras mujeres en su misma situación. Lo que muchas veces sucede, es que cuando llega la hora de la jubilación y la pareja comienza a pasar horas y horas conviviendo, resulta que no se conocen y en muchas ocasiones conlleva problemas que terminan con la separación o divorcio.
Un grupo de hombres japoneses han decidido compensar a las grandes víctimas de su devoción por la empresa y han creado Aisaika, una organización que promueve el amor hacia sus esposas. Según sus fundadores, en Japón no hay cultura del disfrute del tiempo en pareja. La sociedad japonesa, llena de normas, protocolos y sobreentendidos, es un contexto que dificulta enormemente vivir el amor.
Por otro lado queremos destacar la poca afectividad que reciben los hijos por parte de sus padres ya que en Japón se han desarrollado centros de cuidado infantil donde los padres dejan a sus hijos las veinticuatro horas del día. En todo el mundo industrial, los niños, al regresar de la escuela, se encuentran en una casa vacía donde nadie escucha sus anécdotas, problemas, triunfos o temores
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